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Cómo conseguir que los niños lean
Los adultos nos quejamos mucho, muchísimo, de que los niños y los jóvenes no leen, que se enganchan al móvil, o a los videojuegos, pero no a los libros. Pero, vamos a ver, ¿cómo conseguir que los niños lean? Y, sobre todo, ¿queremos que lean y disfruten o que lean lo que los adultos decidamos en el soporte y formato que más nos interese? Si lo que quieres es que tus hijos se aficionen, te cuento cómo hemos conseguido que los nuestros sean unos devoradores de libros con una alta comprensión lectora. Vaya por delante que no soy educadora, pedagoga ni nada por el estilo, así que estas son mis opiniones, basadas en mi experiencia como lectora y como madre.
Parto de varias premisas:
- Leer no puede ser una obligación. Nada que es obligatorio se disfruta. Así que saquemos eso de la ecuación (lo que no quiere decir que no haya cosas que leer porque no queda otro remedio, pero esas no te ponen el corazón contento).
- Leer es leer. Lo de menos es el contenido o el formato.
- Los libros no son objetos sagrados. Se pueden (y se deben) romper, manosear, pintar… especialmente durante los primeros años. Hay que convertirlos en algo tan rutinario y accesible como el mando de la televisión. Bájalos de las estanterías, ponlos a su alcance y déjalos a su aire.
Tengo mis dudas acerca de si un lector nace o se hace, y, en este caso, cómo ocurre. ¿Por imitación, por el famoso puñetazo en el cráneo del que hablaba Kafka? En mi casa no se leía demasiado, pero yo agotaba el fondo de las bibliotecas de mi barrio y la vendedora del Círculo de Lectores me adoraba y me odiaba a partes iguales. Tampoco era habitual la promoción de la lectura en aquellos tiempos de la EGB. Los cuatro textos seleccionados en el libro de Lengua y poco más. Solo recuerdo haber comprado lecturas obligatorias en BUP, que no disfruté (tengo que decir que eran tan desacertadas para estimular el hábito lector como la mayoría de las que se estilan ahora en la ESO y Bachillerato. De esto podría hablar largo y tendido y con vehemencia, que lo sepas).
Entonces, ¿cómo conseguir que los niños se interesen por la lectura? Te cuento lo que nos ha funcionado a nosotros por etapas de desarrollo:
Primera infancia (dos-tres años, se han lanzado a hablar y ya articulan frases simples)
Te recomiendo este vídeo del investigador del MIT Deb Roy sobre el proceso de adquisición del lenguaje en los bebés si quieres saber más.
Empieza con imágenes. Esos libros de dibujitos sin texto o con una sola letra/palabra, álbumes para pintar. En realidad, sirve cualquier cosa con la que puedas asociar nombre e imagen (los folletos del supermercado dan un juego tremendo). Se trata de que se acerquen al lenguaje, no al texto en sí, al que ya llegaremos. Si esto es un perro, ¿qué sentido tiene decirles que es un guau-guau? De esta manera, se consigue expandir su vocabulario y que asimilen las estructuras lógicas de una forma intuitiva y dentro de un ámbito lúdico. Tan simple como hablarles mucho, a todas horas, y explicarles qué estás haciendo, cómo se llama eso que tienes en las manos, qué aparece en ese dibujo… Un idioma se asimila por el oído y, mucho más adelante, a ese sonido se le añade no solo la imagen mental del objeto que representa, sino también su forma escrita.
Hace años se puso de moda el método Doman (o bits de inteligencia), que es básicamente lo que os he contado aquí, aunque nosotros lo hicimos de forma meramente intuitiva. Podéis encontrar información en el blog de Orientación Andújar.
Introduce las letras como un juego. Alfabetos imantados para la nevera. El mejor juguete. Si quieres trabajar también la coordinación óculo-manual, usa el método de la caja de arena. Tal y como se hace en las escuelas, se empieza enseñando las mayúsculas (primero las vocales y después, por bloques, las consonantes), de manera que se comienza a leer silabeando. Luego se pasa a la pauta ligada, y pasan de silabear a leer la palabra completa.
Pon libros a su alcance, aunque no sepan leer. Muchos niños leen recordando lo que otros les han contado; otros son capaces, con un poco de ayuda, de construir una historia por sí mismos siguiendo los dibujos.
Primeros lectores (de 4 a 7 años, más o menos)
La lectoescritura está ya asentada (se supone que acaban Infantil leyendo y escribiendo en mayúsculas y minúsculas). Pero ¿entienden lo que leen? La comprensión lectora no es espontánea. Hay que trabajarla, conseguir esa identificación de sonidos, imágenes, significados y textos. Se empieza por conceptos concretos e identificables hasta llegar a lo abstracto e inmaterial.
Recupera los tebeos de tu infancia (hagámosle la ola aquí a Ibáñez, Escobar, Jan, Purita Campos o Vázquez, entre otros grandísimos autores españoles) e introdúceles en el mundo de Tintín, Asterix y Obelix, el Capitán Trueno, Spirou y Fantasio…, y en las grapas de superhéroes (todo esto, en función de la madurez). Poco texto, mucha acción apoyada en imágenes y situaciones divertidas. Las tiras cómicas también dan mucho juego: Mafalda, Garfield, Goomer, Calvin&Hobbes, Snoopy…
Es un buen momento para llevar un paso más allá los juegos con el vocabulario. Si hasta esa edad jugábamos a crear palabras escritas, ahora podemos trabajar las palabras en la cabeza. A mis chicos les encantaban las palabras encadenadas (cama-mapa-paso-solo-lomo). Al principio usarán palabras bisílabas, pero se puede complicar pidiéndoles trisílabas o polisílabas, o que usen sílabas trabadas (combinaciones de los sinfones bl, br, cl, cr, dr, fl, fr, gl, gr, pl, pr y tr) o inversas (la vocal antecede a la consonante). Para trabajar la escritura son ideales el ahorcado o el Scattergories, sobre los que podéis crear vuestras propias reglas, y pedirles que te escriban la lista de la compra, la carta a los Reyes Magos…
Si no lo has hecho ya (y no sé a qué esperas), establece la rutina de visitar la biblioteca. En muchos lugares hay pequetecas destinadas a los prelectores. Déjalos a su aire, que elijan lo que quieran, que busquen y rebusquen. Y llévalos a las librerías. Escucha a los profesionales, que sabrán orientarte muy bien sobre el tipo de libro que mejor le va a tus hijos por sus edades, madurez, hábito lector…
No es mala idea introducir ahora textos sencillos en otro idioma. Nosotros lo hicimos con el inglés y seguimos las mismas pautas que con el castellano. Hoy en día, con 16 años, leen sin problemas novelas sin traducir.
Primaria (segundo y tercer ciclo, de 8 a 12 años)
La lectoescritura ya está más que consolidada (o así debería ser), así como la grafomotricidad y la capacidad de abstracción e imaginación. Ya se pueden utilizar textos más complejos, pero sin olvidar una máxima: se lee para divertirse, no por obligación. Y da lo mismo leer en papel o en e-book, los carteles de las calles, los botes del champú o los textos de los videojuegos.
En esta etapa suelen rechazar la lectura, en mi opinión por dos razones fundamentales: están obligados a estudiar, memorizar y comprender, y no les ofrecemos lecturas que les enganchen. Y vuelta la burra al trigo. Queremos que lean, que desarrollen comprensión lectora y espíritu crítico, y se les impele a leer cosas que ni les van ni les vienen, muy alejadas de sus intereses, y, encima, ¡a hacer un trabajo por escrito!
Busca libros con imágenes y, fundamentalmente, divertidos. El diario de Greg, Jerónimo Stilton… son muy adecuados. Y vuelvo a lo de la etapa anterior: cómics, tebeos, tiras cómicas… son un must. No obligan a dedicar demasiado tiempo y manejan un vocabulario sencillo pero lleno de metáforas y símbolos.
La comprensión lectora va muy unida a la capacidad de síntesis y de proyección. También a la lógica. Los juegos del tipo ‘qué pasaría si…’ funcionan muy bien, cuanto más locas las premisas, mejor. O los de inventarse la historia de un desconocido en la cola del supermercado.
Si ya han consolidado un cierto hábito, engánchalos a las sagas. La fantasía y la ciencia ficción han hecho más por la lectura que miles de tratados, teorías pedagógicas e investigaciones académicas. Y, sí, es muy probable que en el libro de Lengua tengan fragmentos de obras juveniles, ¡pero adaptados! ¿Adaptados a qué, si ya están escritos dirigidos a esa edad? En mi época, que una ya calza canas, Los Cinco o Los Siete Secretos nos engancharon a muchos. Ahora, Harry Potter, la mayoría de los de Laura Gallego, las sagas de Rick Riordan (Percy Jackson y más)… En general, cualquier libro middle-grade les encantará (indicados para niños de 8 a 13 años, limpios de escenas escabrosas, con una narración sencilla y fluida, protagonizados por personas de su misma edad y no excesivamente largos —entre 30 000 y 50 000 palabras—).
La temible adolescencia
Esas bombas de hormonas con patas pueden decidir, de repente, que no leen más. O refugiarse en los libros como su única tabla de salvación. Ambas son actitudes normales, aunque los profesores de Secundaria se quejan de que es una minoría (muy minoritaria) la que lee algo más que los libros de texto o los seleccionados por el currículo o el departamento de Lengua y Literatura, y que entran en el examen. Y, lo siento, pero me voy a repetir: es imposible que un o una adolescente se enamore de El cantar del mío Cid, El Quijote o La regenta. O, más recientes, de autores como Unamuno, Valle-Inclán o García Márquez. Que sí, que hay que estudiar a los clásicos y a los grandes, pero hay numerosas actividades que pueden hacerse con ellos sin que nadie llegue a odiarlos.
En poesía existen más autores que los románticos o la Generación del 27. El surrealismo es maravilloso y las letras de rap o de música urbana dan un juego tremendo. ¿Recordáis el reto Dylan-Dylan de la película Mentes peligrosas (Dangerous Minds, 1995)?
Es la edad de lo que en literatura se clasifica como young adult. Y, si no enganchas a un adolescente con esto, hijo mío, dalo por imposible (o casi). Son novelas más largas —a partir de 75 000 palabras— centradas en los problemas de la adolescencia, por lo que la identificación con los protagonistas es muy sencilla. Ya no son historias blanditas. Ya hay erotismo y sexualidad, violencia más o menos explícita y mucho conflicto moral. Además de las sagas internacionales más exitosas (Los Juegos del Hambre, El corredor del laberinto, Divergente, Cazadores de sombras… por nombrar algunas), el young adult español es para quitarse el sombrero: Iria Parente y Selene Pascual, Blue Jeans, Andrea Izquierdo, Javier Ruescas, Libertad Delgado, Nando López, Laura Gallego… La lista es casi interminable, y los temas que tocan, imprescindibles.
La fantasía, incluso la más oscura, es un tobogán hacia la inmensa piscina de la literatura. Si nunca te has acercado a ella, ahí va una lista (desde luego, nada exhaustiva) de autores españoles: Elia Barceló, Pilar Pedraza, Virginia Pérez de la Puente, Eduardo Vaquerizo, David Jasso, César Mallorquí, Rodolfo Martínez, Félix J. Palma, Sergio Morán, Maribel Abad, Sophia Rhei, María Zaragoza, Aranzazu Serrano, Carlos Sisí y Cristina Jurado. Y, entre los de más allá de nuestras fronteras, le tengo especial cariño a Joe Abercrombie, Brandon Sanderson, Ursula K. LeGuin, Robert Jordan, Terry Prattcher, George R. R. Martin, Robin Hobb, Patrick Rothfuss, R. R. Tolkien, H. P. Lovecraft, Phillip Pullman, Andrzej Sapkowski, C. S. Lewis…
Consejos para todas las edades
- Los libros, revistas, periódicos… deben estar siempre a su alcance para sobarlos, pintarlos y romperlos. Si le tienes mucho cariño a una edición, ponla en la parte superior de la estantería. Pero no dejes que el libro se convierta en un objeto casi sagrado.
- Se lee en cualquier parte y a cualquier hora, así que ten libros en todas las habitaciones de la casa (¿o tú no lees mientras estás sentado en el trono?). No tengo nada en contra de los rincones de lectura, pero me parecen poco prácticos.
- Deja completa libertad a la hora de elegir qué leen. Si es algo complicado, ellos mismos lo abandonarán. Si tratan un tema difícil, qué mejor momento para hablar con ellos.
- Recomienda lecturas activamente. No vale con decir «esto me gustó». No, hijo, desarrolla el tema. Coméntales que tal título va sobre eso que han leído sobre el Sol, cuéntales anécdotas tuyas relacionadas con los libros.
- Lleva siempre un libro para ellos. Si hay que esperar en una cola, en un restaurante… se saca el libro y se lee. Y te aseguro que no echan de menos el móvil.
- Lee con ellos o para ellos. Tengo que confesar que a mis hijos les he leído muy poco (nada de sentarme en sus camas por la noche), pero sí hemos jugado mucho con libros. Con los de imágenes, con los de pestañas… Cualquier material impreso servía para adivinar colores, buscar letras, palabras o imágenes, inventarnos una historia…
- Asegúrate de que entienden el contenido. Pregúntales (las 5 W que se usan en periodismo son muy útiles –iniciales en inglés de quién, qué, cuándo, cómo y por qué—), pídeles su opinión, haz que te convenzan de que merece la pena agarrar ese libro. Enseña a hacer una lectura reflexiva y crítica. Aprovecha para mostrar conductas adecuadas o inadecuadas, abrir un debate…
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