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El cociente MIPA: los cuatro elementos de una historia
El cociente MIPA, un método relatado por Orson Scott Card en Cómo escribir ciencia ficción y fantasía, nos permite trabajar la estructura de una novela, escaletear y desarrollar un borrador solvente que cumpla con lo que prometemos al lector. Si al terminarlo analizamos a qué hemos prestado más atención, ya tenemos el eje sobre el que debemos pivotar.
Los cuatro elementos
Card sistematiza en el cociente MIPA algo obvio: todos los relatos, todo lo que contamos, utilizan los mismos elementos:

Un escenario, un medio, un lugar donde se desarrolla la acción, que puede ser tan grande o tan pequeño como queramos, desde un universo a una celda minúscula.
Una idea, una pregunta a resolver.
Un personaje (o unos personajes) que sufre una transformación.
Uno o varios acontecimientos que suponen un nuevo paradigma.
Ahora bien: solo uno de ellos será el eje central de nuestra novela. Solo uno. Esa es la promesa que le hacemos al lector y que debemos culminar SIEMPRE.
El medio, el escenario
En concreto, nuestro wordbuilding, tan importante en una novela de fantasía como en una narración autobiográfica, ¿no? El escenario en el que movemos a nuestros personajes los define, los transforma, pero no siempre es el eje central.
El cociente MIPA de Card propone El mago de Oz como ejemplo. No es Dorothy quién nos interesa, sino su visión del mundo de Oz. Por eso la novela empieza con su viaje y termina con el regreso a Kansas.
Veamos algo más actual. Aniquilación, de Jeff VanderMeer, primera parte de la trilogía Southern Reach y ganadora del Nébula y el Shirley Jackson en 2014 (Netflix lanzó una película del mismo título que amalgama de alguna manera las tres novelas).

Aniquilación cuenta que, en un futuro no determinado, el Área X es un lugar remoto y prohibido declarado zona de desastre ambiental, a pesar de que la naturaleza lo ha conquistado. La agencia estatal Southern Reach envía expediciones que fracasan. Pero la partida número doce, formada por cuatro mujeres, descubre una anomalía geográfica y formas de vida contrarias a la física y la biología. Mientras se enfrentan a una naturaleza tan bella como claustrofóbica, el pasado y los secretos se vuelven cada vez más amenazantes.
La estructura típica de una novela centrada en el escenario es clarísima:
- Nuestro guía nos enseña este mundo nuevo a través de sus ojos.
- Observa, ve, nos cuenta los detalles de ese mundo nuevo.
- Se transforma, cambia (por factores externos e internos).
- Regresa convertido en una persona diferente.
No es un viaje del héroe, no se busca información, los grandes acontecimientos no nos roban la atención. Lo que nos importa es ese mundo en concreto y cómo lo ve un ojo ajeno, el forastero.
La idea: la pregunta y la respuesta
La promesa que le hacemos al lector es la respuesta a una pregunta. En una novela de misterio, en una novela negra, la pregunta sería quién lo hizo, quién cometió el asesinato (el famoso Whodunit que utilizaba Agatha Christie). En ficción especulativa, nos sirve casi cualquier pregunta de las famosas 5 W y, sobre todo, ¿y si…?
El objetivo es que nuestros personajes, que no saben nada del asunto, descubran datos a lo largo de la historia. Las historias de ideas empiezan cerca del momento en el que se plantea por primera vez la pregunta y terminan lo antes posible después de que se responda.
El personaje: quién es, por qué hace lo que hace
Los personajes nos conducen a lo largo de la historia. Seguimos sus pasos a lo largo de la trama, pero no en todos los relatos lo importante es quién es, por qué hace lo que hace, cuál es su carácter y cómo se transforma su rol dentro de un grupo. Este es el punto importante. Frodo cambia a lo largo de El señor de los anillos, pero no lo hace su papel dentro de la comunidad del anillo.
La estructura es simple:
- El protagonista está descontento con su situación personal.
- Inicia un proceso de cambio que no necesariamente tiene que ser consciente.
- Llega a una nueva situación, que puede ser feliz o no, o abandona (igualmente, feliz o no).
La historia debe comenzar lo más cerca posible del inicio de ese cambio. Sí, necesitamos contexto, motivaciones… pero podemos ofrecerlas a lo largo del relato, no como prólogo. El lector quiere acción, quiere ver al protagonista hacer cosas, tomar decisiones, reaccionando.

Unorthodox: mi verdadera historia, de Deborah Feldman, con su correspondiente adaptación a serie en Netflix, cuenta cómo la protagonista reniega de la tradición ultraortodoxa judía, cómo escapa de la comunidad de Williamsburg, en Nueva York, y se convierte en una apestada para ellos. Acción tras acción, Deborah nos enseña su estrecho y controlado espacio, la vemos equivocarse, enfrentarse a su marido, al resto de mujeres, a los hombres de su comunidad. Vemos cómo se rinde, cómo vuelve a la carga, cómo renuncia y a dónde llega. Solo ella ha cambiado. El resto del mundo sigue igual.
Además, en una historia de personajes, el principal no tiene por qué ser el único que acabe siendo otro. Dado que el rol de una persona en su comunidad se define por sus relaciones, un cambio en su propio papel variará también el de los demás. Buena parte de la trama en una historia de personajes surge de la resistencia de los otros al cambio.
Tomemos la serie This is us, que sigue la historia de varias generaciones de los Pearson. Es una historia coral contada con flashbacks (analepsis; si quieres saber más, mira este post de L. M. Mateo) y flashforwards (prolepsis). ¿Quién es el personaje principal? La familia. Jack y Rebeca, los trillizos Kate, Kevin y Randall, sus parejas e hijos se adaptan, modifican su comportamiento, toman decisiones, se apartan, se quieren, se odian. Y cada uno de esos cambios personales modifica su situación respecto a su comunidad. No hay un disparador concreto, hay cientos, miles, a diario.

Los acontecimientos: arreglar el caos
El punto de partida es un cambio fundamental en el orden previo de las cosas (una guerra, la aparición de un villano…) y cómo se resuelve.
La estructura es sencilla:
- El protagonista se implica en ese cambio. Puede haber o no un viaje del héroe. Actúa como guía de la historia: vemos solo lo que él ve, sabemos solo lo que él conoce.
- Acontecimientos relevantes.
- El orden se restituye, hay un nuevo orden o permanece el caos.
Es la estructura de El señor de los anillos y también de otras grandes sagas fantásticas, como la de El reino de los vetulus, de Robin Hobb, compuesta por cinco trilogías (nunca me cansaré de recomendarla). En cada una de ellas seguimos el camino de los protagonistas para solucionar un problema. Traspié Hidalgo, en la Trilogía del Vatídico, trabaja para el príncipe Veraz en la guerra que los corsarios de la Vela Roja han iniciado contra el reino de los Seis Ducados. En su continuación, El profeta blanco, es el Bufón quien nos lleva de la mano, quince años después, hacia el cumplimiento de sus profecías. En Las leyes de mar, Althea Vestrit intenta recuperar su barco, Vivacia, que es una nave con conciencia propia, en plena guerra contra los piratas. Las otras dos trilogías (The Rain Wilds Chronicles y The Fitz and the Fool) no han sido traducidas al español, pero siguen el mismo esquema.
En este tipo de obras, el objetivo del autor es que nos enamoremos del protagonista mientras nos descubre su mundo a través de varios hechos, luctuosos o no. Es decir, primero el personaje; luego, expandimos su visión.
En conclusión
Estos cuatro elementos del cociente MIPA están presentes en todas las novelas, pero no en la misma proporción. La preponderancia de uno u otro será la que nos diga cómo debemos contar la historia.
¿Queremos dar más valor a las relaciones del protagonista? Usaremos una estructura de personaje. ¿Que lo que nos interesa es el mundo que hemos creado? Pues deberemos utilizar un protagonista que nos lo enseñe. ¿Queremos la respuesta a una pregunta? ¿El nombre del asesino, qué habría pasado si…? Centrémonos en la idea. ¿O es el cambio en el mundo, el caos, lo que queremos mostrar? Pues recurriremos a una estructura de acontecimientos que recorreremos de la mano del personaje que quiere un nuevo orden.
Lo que importa es que cumplamos la promesa que le hacemos al lector al comienzo del relato. Si le prometemos una historia de escenario, no podemos terminar resolviendo una pregunta.
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