Novelas de detectives (II): Agatha Christie y el whodunit

Uno sabe que no puede escribir igual que sus autores favoritos. He aprendido que yo soy yo, que puedo hacerme a mí misma.

Agatha Christie


La gran dama de la novela de detectives es, sin ninguna duda, Agatha Mary Clarissa Miller, quien ha conquistado a millones de lectores bajo el seudónimo de Agatha Christie. Y no exagero. El Libro Guinness de los récords asegura que se han vendido dos mil millones de copias en más de cien idiomas, solo por detrás de las obras de William Shakespeare y la Biblia. Quizás sea el empleo del whodunit el secreto de su éxito. Sigue leyendo, porque hay más elementos importantes.

Fue una autora prolífica: publicó sesenta y seis novelas policiales, seis novelas rosas y catorce historias cortas —bajo el nombre de Mary Westmacott—, además de un par de obras de teatro (las excelentes Testigo de cargo y La ratonera).

Agatha Christie durante su infancia.
Agatha Christie durante su infancia.

Nació en una familia de clase media alta y recibió la educación típica de una señorita inglesa de principios del siglo XX con estancias en París (Francia) y El Cairo (Egipto). Comenzó a escribir durante la convalecencia de una gripe e incluso presentó una novela romántica, Snow Upon the Desert, a varias editoriales. Ninguna quiso publicarla.

Durante la Primera Guerra Mundial, ya casada con su primer marido, el aviador Archibald Christie, trabajó como enfermera voluntaria y aprendió todo lo que pudo sobre medicamentos y su toxicidad, así como sobre los síntomas de las enfermedades.

Fue entonces cuando nace Hercules Poirot. Su famoso detective aparece por primera vez en El misterioso caso de Styles (1920), novela que también rechazaron las editoriales hasta que The Bodley Head decidió publicarla si cambiaba el final. Y fue todo un éxito. Vendió dos mil ejemplares, lo que la animó a escribir El misterioso señor Brown (1922), protagonizada por una pareja, Tommy y Tuppence Beresford.

En su tercera novela, Asesinato en el campo de golf (1923), recuperó a Poirot como protagonista y, dado su éxito, lo mantuvo en los cuentos que le encargó la revista Sketch. Pero acabó tan harta de él que lo mató en Telón, una novela que guardó bajo llave durante treinta años para que solo se publicara una vez muerta (se editó a finales de 1975).

Los medios ingleses encontraron un filón en el relato de la desaparición de la escritora. Primera página del Daily Sketch con la noticia de su hallazgo sana y salva.
Los medios ingleses encontraron un filón en el relato de la desaparición de la escritora.

En 1926 tuvo lugar su famosa desaparición. Durante once días, justo después de que su marido le pidiera el divorcio, nadie supo dónde estaba Agatha Christie. Hoy en día continúa el misterio: ¿fue una amnesia relacionada con su tendencia a la depresión o una venganza? Puedes leer más sobre este suceso en esta crónica de Manel Loureiro para El Mundo. Después de este suceso, vivió durante un par de años en las Islas Canarias junto a su hija.

Agatha Christie con su segundo marido, el arqueólogo Max Mallowan.
Agatha Christie con su segundo marido, el arqueólogo Max Mallowan.

Se volvió a casar en 1930, en esta ocasión con el arqueólogo Max Mallowan (él tenía veintiséis años y ella, cuarenta), con quien pasó numerosas temporadas en excavaciones en Turquía, Siria e Irak. En estos viajes nacieron obras como Asesinato en el Orient Express. Y también la primera novela en la que aparece miss Marple, Muerte en la vicaría.

Christie falleció de causas naturales (muy posiblemente aquejada de Alzheimer) el 12 de enero de 1976 a los 85 años.


Whodunit, la estructura imitada hasta la saciedad

Agatha Christie no inventó el whodunit, pero sí que lo convirtió en una herramienta magistral que sigue siendo tan válida ahora como entonces. Saber quién es el responsable de un enigma, de un asesinato (whodunit es la contracción de la pregunta en inglés Who’s done it?, quién lo ha hecho), es el eje principal.

Así, la estructura básica es:

  • Se descubre un cadáver al principio de la novela.
  • Se presenta al grupo de sospechosos, cerrado y reducido (por grupo social o por su ubicación).
  • Aparece el detective.
  • Se descubren varias pistas falsas.
  • Hay una pista principal que se menciona de manera que el lector pueda recordarla más adelante.
  • El final es rápido y claramente explicado.

¿Cuáles son sus claves?

El investigador es un detective, un policía o un investigador aficionado, normalmente excéntrico y erudito

Poirot es un detective belga sin trabajo, achaparrado y cabezón, que viste siempre de forma impecable y luce lo que, en su opinión, es el mejor bigote de Inglaterra. Se obsesiona con los casos que supongan un reto intelectual, que aborda estudiando la naturaleza humana y utilizando la psicología (es, desde luego, muchísimo más humano que Sherlock Holmes).

Miss Marple es una dama solterona (algo horrible según la visión inglesa de la época) y solitaria que reside en plena campiña, en el ficticio pueblo de St. Mary Mead. Al igual que Poirot, usa su conocimiento de la naturaleza humana para desentrañar los casos más enmarañados. Su frase predilecta es «la gente es igual en todas partes». Y es posible que tuviera razón.

Recurre al misterio del cuarto cerrado

Es uno de los esquemas más clásicos de las novelas de detectives (incluso en las obras de terror; lo cierto es que el cuarto cerrado encaja en todos los géneros y en todo tipo de textos): el asesinato ocurre en una localización (una habitación, un tren…) del que no puede entrar o salir nadie. El ejemplo más clásico sería Los crímenes de calle Morgue, de Poe, que vio la luz en 1841. Es, también, el primer relato de detectives propiamente dicho.

En Y no quedó ninguno, el cuarto cerrado es la isla del Negro y la única mansión que existe en ella. Ninguno de los visitantes puede salir de allí porque una inesperada tormenta impide que el barco que lleva las provisiones abandone el puerto. En Asesinato en el Orient Express, Poirot investiga el asesinato de un norteamericano que desea contratarle en uno de los vagones del famoso tren en medio de una tormenta de nieve. En El misterio de Sans Souci, Tommy y Tuppence Beresford se instalan en un hotel de la costa de Inglaterra para investigar a un peligroso agente secreto nazi.

Prepara a conciencia la trama

Christie solía escribir sus novelas siempre de la misma manera y era lo que hoy denominaríamos una escritora de mapa:

  • Escribía el primer y el último capítulo en primer lugar. Eso la obligaba a mantener cierta coherencia en el relato y también a no extenderse innecesariamente.
  • Describía minuciosamente el asesinato, tanto el suceso en sí como el lugar. Eso le permitía crear las pistas falsas que necesitaba para despistar al detective y al lector.
  • Elegía un móvil que encajara con la personalidad del criminal y con el método que empleaba para causar la muerte.
  • Diseñaba un pasado para el asesino del que nace el deseo de matar.
  • Contaba con un estupendo lector 0: su segundo marido, Max Mallowan, participaba en todo el proceso creativo, ayudándola a cerrar tramas, a diseñar pistas y a dotar de personalidad a los sospechosos.

Se preocupa por el desarrollo de los personajes

Christie no estaba interesada solamente en cerrar la trama de la muerte. La descripción del móvil, del acto criminal en sí y de los sospechosos le permitían crear un retrato ácido y descarnado de la alta sociedad de la época contra la que, a veces, se revolvía. De hecho, ella misma confesaba que le encantaba escuchar a escondidas las conversaciones de sus coetáneos en los salones de té, en las fiestas, en los trenes… para apropiarse de esos diálogos e incluirlos en sus novelas. Y también copiaba el aspecto físico y los gestos de aquellas personas que le llamaban la atención.

Así, miss Marple estaba inspirada, claramente, en su propia madre y en sus tías que, según la propia Christie, no eran mujeres victorianas remilgadas, sino que conocían bien la violencia de todo tipo, incluso sexual, y la depravación que oculta el alma humana. Tenía ideas muy avanzadas acerca del papel de la mujer, incluso aceptando que ella misma era un producto extraño dentro de la educación de las niñas burguesas de su época:

«La situación de las mujeres ha empeorado con el correr de los tiempos; nos hemos comportado como unas tontas. Hemos gritado que nos dejen trabajar como a los hombres, quienes han aceptado de mil amores, pues no son tontos. ¿Por qué sustentar a la esposa? ¿Por qué no se sustenta ella sola? Quiere hacerlo, pues que lo haga. Es triste, que después de haber creado nuestra imagen de sexo débil, nos hayamos colocado al mismo nivel que las mujeres de tribus primitivas que trabajan todo el día en los campos, andan kilómetros… mientras que el suntuoso y ornamental varón abre la marcha sin más carga que un arma mortal para defenderlas».

El estilo: simple, claro y conciso, sin artificios

Christie siempre se tomó muy en serio que la forma no distrajera al lector. Por eso sus novelas se basan en la economía del lenguaje: es directa y va al grano. Solo se permite ciertas licencias en los diálogos para caracterizar mejor a sus personajes. Para ello, aplicó los consejos que un amigo de la familia le dio de niña cuando le presentó uno de sus primeros escritos:

«Has escrito algunas cosas estupendas; tienes grandes dotes para el diálogo, deberías cultivarlo para que sea natural. Procura suprimir toda moralización; te gustan mucho, pero resultan aburridas. Deja sueltos a los personajes para que hablen por sí mismos, en lugar de sugerirles lo que tienen que contar y explicar al lector lo que quieren decir. Que lo juzgue quien lo lea. Presentar dos tramas es un defecto propio del principiante. Pronto te dolerá malgastar así los argumentos».

A pesar de su éxito, Christie tardó muchísimo en considerarse escritora. Para ella, escribir no era más que una forma de expresar su creatividad. Y, sí, una manera estupenda de ganar dinero.

«La creatividad se manifiesta de muchas formas: bordando, cocinando platos especiales, dibujando y esculpiendo, componiendo música y escribiendo libros y cuentos. La única diferencia es que se logra más fama de una forma que de otra».


Si quieres indagar más sobre las novelas de detectives y la llamada Escuela Británica, puedes consultar mi artículo sobre G. K. Chesterton y el tratamiento del misterio.


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